La técnica del cine animado experimenta un paso de
gigante en 1915, cuando el norteamericano Earl Hurd patenta unas hojas de
celuloide transparente sobre las que se pueden dibujar imágenes para
superponerlas sucesivamente sobre un fondo fijo. Perfeccionada la idea por un
trabajador al servicio de Edison llamado Raoul Barré, el
movimiento de panorámica en los fondos creado por Bill Nolan viene a
completar un paquete de avances que multiplican de manera decisiva las
posibilidades creativas del cartoon. Todo ocurre cuando Gertie,
el dinosaurio acaba de poner de relieve las enormes posibilidades del
universo animado para permitir la interpretación. Es el momento en que el cine
descubre que los trazos de un dibujante bastan para alumbrar personajes
diferenciados y con personalidad propia hasta tal punto que, con el tiempo, se
podrá hablar de un star system dibujado.
El primer personaje animado que alcanzará auténtico status
de estrella al mismo nivel de popularidad que las estrellas del cine
mudo es Félix el Gato. Creación disputada entre el caricaturista y
productor australiano Pat Sullivan y el animador
estadounidense Otto Messmer, los primeros cortos de Félix el Gato datan de
1919 y al año siguiente, el sólo nombre del personaje era suficiente reclamo
para atraer a multitud de espectadores a las salas alcanzando la cima de
popularidad con el corto de 1923 Félix en Hollywood.
En la
consolidación del soporte industrial para ése nuevo star system también
tendrá mucho que ver el magnate de la prensa William Randolph Hearst,
decidido a producir cortometrajes protagonizados por personajes de las tiras
cómicas de sus periódicos. Una iniciativa que hace posible el Krazy
Kat (1913-44) de George Herriman o The
Katzenjamner Kids (1897-1949) de Rudolph Dirks. Arranca así un largo
y fructífero hermanamiento entre cine de animación y cómic cuya primera piedra
también debemos al pionero Winsor
McCay cuando dotó de movimiento a sus viñetas de Little Nemo.
A estos avances se suma la contribución de los hermanos Max
y Dave
Fleischer responsables de
personajes de singular éxito como el travieso payaso KoKo (1920-1930) para la
serie Out of the Inkwell o la pícara Betty
Boop (1930-1939). Su boca en forma de corazón y su atuendo ceñido y de
falda corta inspirado en la cantante Helen Kane completan una parodia vamp
que la censura del implacable código Hays terminará por prohibir. Sin
duda el más longevo personaje de los Fleischer es Popeye el Marino (1930-1947).
Concebido por C.E. Segar para publicitar el consumo de espinacas en conserva,
acompañado por secundarios como su inseparable Olivia o su archienemigo
Brutus, su popularidad se desborda de tal manera que la Marina recurrirá
a su imagen en las campañas de reclutamiento previas a la Segunda Guerra Mundial.
Además
de estas notables aportaciones artísticas Max y Dave Fleischer se anotan otra de índole técnica: la
incorporación de actores reales sobre los que basar el dibujo posterior
favoreciendo así el dinamismo de los personajes en un proceso que se conocerá
como rotoscopiado.