Una vez, el padre de Ben Bocquelet (París,
1983) se dejó crecer la barba durante dos días, los mismos que su hijo
tuvo que esperar para que su progenitor se atreviera a devolver a la tienda un
videojuego defectuoso. El padre creía que un poco de barba le haría parecer un
tipo duro, lo bastante como para que el encargado no se atreviera a ponerle
ninguna pega. Años después, para regocijo de su padre y de miles de
telespectadores en todo el mundo, Bocquelet incluía esta anécdota en El Asombroso Mundo de Gumball,
su desquiciada serie de innovadora factura visual producida por Cartoon
Network.
Deslumbrado en la niñez por títulos como ¿Quién
engañó a Roger Rabbit? (R.Zemeckis, 1988) o Akira (K. Otomo, 1988), Ben Bocquelet
elige dedicarse a los dibus y desde entonces devora de todo, con
especial predilección por Los Simpsons, South Park y los
vídeos de Gorillaz. En 2003 se muda a Londres para trabajar como creativo
en un estudio de animación especializado en publicidad. Después de cuatro años
guardando en el cajón personajes rechazados para spots, propone a Cartoon
Network rescatar esas creaciones y aprovecharlas para una serie de
dibujos ambientada en un reformatorio. La cadena considera esta idea
bastante deprimente para el público infantil y tras darle otra vuelta Bocquelet
la convierte en El
Asombroso Mundo de Gumball. Estrenada en Reino Unido en mayo de
2011 será la primera serie que Cartoon Network produce en Europa y
primera en combinar animación tradicional, stop motion, diseños CGI
en 3D y acción real.
Dirigida por Mic Graves en clave sitcom,
“Gumball”
está protagonizada por los Watterson, una más que atípica
familia donde el personaje del título es un optimista y cabezota gato azul. Su
hermana se llama Anais y es una inteligente conejita de cuatro años, el padre es
un conejo desempleado llamado Richard y la madre, Nicole,
una gata workalcoholic. El grupo se completa con Darwin, pez mascota al
que le han crecido piernas tras una mutación y que se convertirá en el mejor
amigo de Gumball.
Seguro de parecerse a su gato azul tan sólo
en el optimismo, Bocquelet sí reconoce en
“Gumball”
inspiración directa de su hermana, inteligente y testaruda, así como de su
padre, parado de larga duración y también de su madre, esforzada trabajadora y
sólido pilar familiar. Caracteres que nos pueden sonar a todos, aliñados con
parodias de videoclips, videojuegos pixelados, cassettes…Un variado
surtido de ingredientes ochenteros que exceden el target infantil para echar el
cebo al adulto joven en tramas con las que casi cualquiera de ellos
podría identificarse. Por eso un amplio contingente de mayores de 12 años
también se rinde ante la serie a pesar de su canto al absurdo, su punto siniestro y su
extravagante envoltorio visual. Envoltorio en el que juega un papel
fundamental el delirante pueblo de Elmore escenario de la acción. Un
lugar donde no hay humanos, sino un variado catálogo de globos, patatas o
robots entre los que destacan la cacahuete con astas Penny, la babuina
profesora Simian, Sussie la barbilla o un donut
jefe de policía. Estrambóticos personajes
que responden a la afición de Bocquelet por customizar clichés, pero también a
la necesidad de dar coherencia a tan variopinto universo habitado por entes de pedigrí
técnico
igualmente heterogéneo.
Y es que el exigente collage visual de El
Asombroso Mundo de Gumball moviliza a casi un centenar de profesionales
en los nueve meses de esfuerzo que requiere cada episodio. Un proceso que
incluye la costosa acción coordinada de varios estudios de animación. En este
apartado, el tosco trazado en 2D de Gumball yDarwin los convierte en
los personajes que salen más baratos. En cambio, la animación CGI
de la matona Tina Rex, obliga a medir sus apariciones con cuentagotas para
no disparar el presupuesto. Unos y otros cobran vida en singulares fondos,
compuestos por innumerables fotografías
reales, tomadas casi todas en localizaciones del condado de San
Francisco
como Ciudad
Vallejo, donde predominan las casas estilo 50 y 60 que habitan los
protagonistas. A la música de Ben Locket se suma la incorporación en
el doblaje de algunas voces infantiles para añadir espontánea frescura. Todos estos ingredientes
se cohesionan gracias al fotomontaje VFX. Un sistema de trucaje habitual
en la integración de efectos especiales en imagen de acción real y empleado
aquí como toque maestro para lograr el rompedor acabado marca-de-fábrica de la
serie.
Pero por
mucho que agradezca una mezcla de medios que estimula la imaginación del
espectador, Ben Boquelet prioriza el
talento por encima de todo y, como ejemplo, ningún chiste se incorpora a
menos que haga reír a todos y cada uno de los miembros del equipo. El
nivel de exigencia de El Asombroso Mundo de Gumball se ha
visto recompensado con el Premio Annie 2011 a la Mejor
Serie de Animación Infantil, tres premios BAFTA y un galardón más
como Mejor
Serie Animada para TV en el Festival Internacional de Cine de Animación
de Annecy 2011.
Junto a este
palmarés, después de tres temporadas en antena y confirmada en 2014 su
renovación por dos más, El Asombroso Mundo de Gumball
completa junto con Bob Esponja y Hora de Aventuras una brillante triada
del cartoon surrealista que ilumina para muchos el camino a seguir.
Éxitos a los que se les pueden perdonar revuelos menores como la polémica
inclusión en un episodio de “Gumball” de Smack My Bitch Up, el videoclip
de The
Prodigy censurado en su día en varios países.
Un asunto
que Bocquelet
redujo a “guiño divertido a los mayores que ningún niño entenderá”. Travesuras
de un afortunado creador que ha encontrado lo que tantos otros ansían: una
serie para niños que los adultos disfrutan por igual.
Imagen de Cartoon Network.