domingo, 30 de agosto de 2015

Atrapa la bandera; Enrique Gato (2015)


Si algo ha caracterizado históricamente a la animación española es su proverbial enroque en un doliente discurso aspiracional. Abonada al mantra del se-hace-lo-que-se-puede-frente-al-todopoderoso-modelo-norteamericano-de-dibus-que-insistimos- en-calcar, ni siquiera el inesperado éxito de Las aventuras de Tadeo Jones (Enrique Gato, 2012) parece haber servido para aliviar complejos. Así lo evidencia Atrapa la bandera, producción en la que el mismo equipo responsable de aquel Indiana Jones animado más taquillero que innovador vuelve a tropezar en similares piedras.

Adoradora sumisa de los arquetipos comerciales imperantes, Atrapa la bandera apuesta por el entretenimiento para todos los públicos rehuyendo toda floritura para ceñirse a lo previsible. En lugar de explotar las atractivas posibilidades de una reconciliación familiar inmersa en la épica de la carrera espacial, la trama subraya demasiado esos lazos paterno-filiales descuidando las posibilidades de la aventura cósmica. El trío protagonista de personajes infantiles resulta demasiado reconocible pero en los secundarios las deseadas ínfulas Pixar no consiguen desarrollar al 100% las posibilidades cómicas de la muy limitada mascota-lagarto. Menos logrado todavía es el trazo del magnate villano yanqui que no pasa de antipático, tosco y olvidable. En el haber sí resulta notable el personaje del abuelo. Fuerte, herido y crepuscular compone un trasunto animado de los space cowboys de Clint Eastwood que constituye el mayor logro del film.

Más afortunada en la forma que en el fondo, mimada e irreprochable en un acabado visual más pudiente tras el éxito de su predecesora, el espectador adulto también podrá rastrear en Atrapa la bandera alguna fugaz testimonial remembranza de Gravity (Alfonso Cuarón, 2013) y es que sin duda Enrique Gato y los suyos han depurado su estilo. Por eso habría sido deseable menos dependencia y más riesgo para que la misión del cine animado español termine de una vez por todas de creérselo y despegue en busca de su propio camino. Para que llegue a creerse incluso, capaz de pedir la luna.